La capa de hielo del glaciar cubre a este volcan de nombre inpronunciable de 1.666 m de altura, que ha entrado en erupción con una frecuencia relativa desde la Edad de hielo, en la época del Cuaternario, hace aproximadamente entre 2 millones de años y los ultimos 10.000 años. La penúltima erupción fue de 1821 a 1823, causando un fatal desplazamiento del glaciar. El cráter del volcán tiene un diámetro de entre 3 y 4 kilómetros y el glaciar cubre un área de unos 100 km².
La isla de Islandia se sitúa en el tercio septentrional de la dorsal atlántica que, con un eje norte-sur, disecciona la isla, y al mismo tiempo sirve de límite a las placas Norteamericana y Euroasiática. La enorme actividad sísmica a lo largo de este accidente geológico, se manifiesta mediante potentes erupciones submarinas bajo el Atlántico, y en forma de afloramientos insulares de naturaleza volcánica.
Las manifestaciones geotermales acordes a la naturaleza de la isla constituyen uno de sus principales alicientes desde el punto de vista del turismo, en forma sobre todo de fumarolas, solfataras, pozas de barros hirvientes, géiseres y manantiales. La topografía islandesa, del mismo modo, es abundante en cráteres, calderas y lagos volcánicos, destacando a nivel geológico los grandes depósitos de escoria, lava, riolita (lava ácida) y tefra en general (materiales varios expulsados durante una erupción).
Así pues a nadie debe extrañar la entrada en erupción de este volcán, llamado, aunque de nombre impronunciable Eyjafjallajökull.
Pero por lo que pasará a la historia esta erupción es por la gran cantidad de cenizas, piroclastos... que ha mandado hacia toda Centroeuropa y que a sido capaz de colapsar todo el tráfico internacional aéreo.
Esto se explica por la composición sureste que adoptan los vientos a 100-200 hPa, es decir a 8000-9000 m. de altitud), durante estas jornadas, como en el siguiente mapa se demuestra:
